Mi nombre es Moana y soy una chica italiana de 23 años.
Mi voluntad de empezar el Máster de "Formación de Profesores de Español como Lengua Extranjera" se debe al hecho de que, desde siempre, he tenido una gran pasión para los idiomas.
El primer paso más significativo para concretar ese gran interés ha sido el de estudiar cinco años de turismo: años que me acercaron a las lenguas extranjeras, empezándolas a estudiar en función de su importancia en ese sector. Además, fue en esa misma etapa que tuve la oportunidad de experimentar intercambios culturales y estancias en familias en el extranjero, tanto en Inglaterra, como en España.
Tal vez la aproximación más profunda, académicamente hablando, hayan sido los años de carrera.
Decidí empezar los estudios de Grado en "Lenguas y Culturas Extranjeras" de la Universidad de Urbino "Carlo Bo" en la cual realicé dos años y un año en la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, gracias al proyecto Erasmus.
Después de haberme graduado y de haber vivido un año y medio en Inglaterra para tener un contacto directo con la cultura y mejorar mi nivel de inglés, decidí terminar mi formación solicitando plaza para este Máster.
Los idiomas objeto de mis estudios universitarios han sido inglés y español pero, desde siempre, he tenido un interés particular para el segundo. De ahí que, junto a reflexiones sobre mi expediente académico, mis estancias en el extranjero y mis prácticas en el campo de la enseñanza como asistente-profesora de español en una escuela de Bachillerato, sintiera que mi deseo era el de transmitir mis conocimientos, con la perspectiva de acabar siendo capaz de enseñar el español como lengua extranjera.
Por lo tanto, lo que espero de este Máster es que pueda aportarme todas las herramientas necesarias para alcanzar mi objetivo profesional ya que el plan de estudios ofrecido por el mismo, responde a una serie de conocimientos que quisiera interiorizar.
La experiencia de prácticas docente que desarrollé a lo largo de seis meses, además que acercarme a una realidad laboral concreta, me dió la oportunidad de conocer matices de la enseñanza de lenguas extranjeras que no pueden ser experimentadas en un contexto meramente académico.
He podido darme cuenta de que la enseñanza es mucho más que una relación directa entre un individuo que transmite y otros que aprenden y que el ser un buen profesor implica hacer frente a una serie de factores que surgen y se esconden detrás de una clase de LE.
Gracias a esa experiencia, al día de hoy se me plantean interrogantes con respecto a cómo se puede llegar a ser, no un profesor, sino un buen profesor, a cómo los materiales didácticos se puedan convertir en herramientas eficientes para llevar a cabo un proceso de aprendizaje adecuado y a cómo los conocimientos adquiridos durante años de formación puedan ser traducidos en técnicas de enseñanza dirigidas a los que deseen aprender un idioma distinto del materno.
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